Toquecito, parada, toquecito, parada, toquecito, parada...Y yo mientras leyendo un periodico entre un bolso a reventar de cosas, la bolsa con el tupper de la comida y la carpeta de apuntes llena de periódicos para buscar noticias sobre educación.
Toquecito, parada, toquecito, parada, toquecito, parada...
De repente levanto la mirada y veo a una señora haciendo punto, algo común, aunque cada vez menos. Me sorprende por el hecho de vivir esa sensación en el cercanías.
Un trozo de tela gris, que a pesar de ser incapaz de descrifrar la prenda que saldría de entre esas largas agujas, me transportó a un mundo diferente. La sensación de niñez se apoderó de mí en cuestión de segundos. Ovillos de hilo, la casa del Osiris, la ventana super alta desde la que mirabamos a un patio interior, la jarrita de agua tapada con un paño viejo, las "pesi-colas", el gran reloj, la pared llena de fotos antigüas. Las Pacas.
Un impás en el camino sujetado por unas agujas de punto que te devuelven a un pasado del que estás seguro, nunca olvidarás siempre que unas agujas en medio de cientos de personas te den toquecitos en la pierna.
Toquecito, parada, toquecito, parada, toquecito, parada...
Ayer por la tarde estuve en su casa.
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