Hasta que paras.
Y entonces miles de preguntas inundan tu cabeza y se traspasan al alma.
Y comienzas a dudar. Dudas de todo, incluso de ti misma.
Y quieres avanzar pero no puedes. Algo te lo impide.
Y no sabes explicarlo. Y tampoco quieres. Porque en realidad prefieres no indagar en esa herida del alma por si las respuestas que encuentras no tienen nada que ver con las preguntas que te hacías.
Y te sientes culpable por sentirte así. Porque lo tienes todo para ser feliz.
Y subes a lo más alto para ir bajando de vez en cuando en una a vorágine emocional que te tiene trastocada.
Y sientes alivio. Y también pena. Pero no a partes iguales. O quizás si. Vuelven esas dudas...
Y tomas decisiones. Y debes acarrear con las consecuencias. Pero tu nunca has sido de saber hacerlo. Siempre lo has tenido fácil. Y es ahí donde vuelven las dudas. Ahora en una misma.
Cerrar etapas y comenzar con nuevos destinos. Parar para poder seguir. En ello estamos...
Si el camino es complicado... Puede que sea porque vas en la dirección correcta.
ResponderEliminarHay que parar, pensar y actuar.
Lo "bueno" esta más cerca de lo que parece, pero hay que tener paciencia, perseverancia y no desesperar.
De colores