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viernes, 16 de abril de 2010

BESOS EN LA RENFE

El viaje en el tren se me hizo interminable. No sabía si quedarme quieta o seguir caminado hasta encontrar mi asiento. Fue entonces cuando no pude más y decidí sentarme allí mismo, en el primer lugar que encontre libre.

Abarrotado de gente, no me fijé en nadie, el libro que llevaba entre las manos me absorvió en su mundo y no repare en nada de mi alrededor, hasta que un sonido me hizo desconectar de nuevo y volver a la realidad.

No sabría escoger las letras para definir algo parecido a lo que escuchaba, pero todo el mundo lo conoce: una pareja situada a mis espaldas estaba dando rienda suelta a la pasión y sus besos se hacian más audibles que el propio sonido del tren.

Me molestó escucharlo, me sentía incomoda y prefería no mirarlos, pero cuando me bajé del tren me percaté de que no era la incomodidad el sentimiento que me hacia enfurecer sino que era otra cosa.

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