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lunes, 15 de noviembre de 2010

DIEGO DE LEÓN



Mi camino de por las mañanas me lleva a un túnel interminable, alumbrado artificialmente con unos fluorescentes que junto al color blanco de las paredes, convierte los minutos que tardo en recorrelo, en horas.

No me gustan los trasbordos con túneles, y menos esos azulejos de un blanco "hospitalario" que hacen parecer que te encuentras en una película de terror en la que el malo aparece doblando la esquina, cuando derrepente, todo el mundo se esfuma.

Y para rizar más el rizo, el músico de turno que intenta amenizar el camino, más que hacerlo, consigue bajar la autoestima al que pasa por allí. Y no porque toque mal, todo lo contrario, sino porque las melodías que interpreta son de un triste y sentimental que echan para atrás.

En fin, intentaré tomarmelo de la mejor manera posible y convertir el trayecto en algo positivo. Y es que todas las buenas películas, no tienen por qué ser del color de rosa.


1 comentario:

  1. pues yo echo de menos, eso, el metro, los azulejos,,, todo lo que tenga que ver con civilizacion. un besazo. TQM. por cierto, cuidado con las faltas

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